Esta rondalla nos sitúa en la población de Tárbena, en la Marina Alta y nos cuenta la siguiente historia de Micalet Monjo, un personaje muy peculiar de la zona que posteriormente se utilizaba para asustar a los niños.
"Micalet Monjo nunca hacia caso de lo que los demás le decian, y no iba a ser menos el dia de todos los santos, cuando se le ocurrió que era el mejor momento para salir por la noche de casa y marchar a la montaña a cazar conejos. Esta acción estaba totalmente prohibida durante este dia debido al respeto religioso, por lo que iba buscando las sombras de las casas para que nadie lo viese a esas horas y con una escopeta.
Paso a paso se fué alejando de Tárbena para adentrarse en la zona conocida como Sa Montanya. Micalet cada vez estaba más irritado pues ya eran varios los conejos que se le habian escapado por su falta de puntería. Quedándose en silencio y escondiendose detrás de unos arbustos pensó que la próxima oportunidad no fallaría. Tras un buen rato en un momento de la noche, escuchó un ruido que salía de entre unos arbustos situados a unos cien metros de donde estaba escondido y no se lo pensó dos veces. Micalet Monjo tuvo la misma suerte que los disparos anteriores, pues el conejo no sufrió ningún daño.
La sorpresa de Micalet fue mayúscula al ver en ese momento alzarse al conejo. El conejo se puso a hablar de forma amenazadora diciéndole: ¡Micalet Monjo, yo tengo dientes, dientes!" , recordandole el día que era. El pobre hombre volvió cavizbajo hacia el pueblo, olvidandose por esa noche de conseguir ninguna presa.
"Micalet Monjo nunca hacia caso de lo que los demás le decian, y no iba a ser menos el dia de todos los santos, cuando se le ocurrió que era el mejor momento para salir por la noche de casa y marchar a la montaña a cazar conejos. Esta acción estaba totalmente prohibida durante este dia debido al respeto religioso, por lo que iba buscando las sombras de las casas para que nadie lo viese a esas horas y con una escopeta.
Paso a paso se fué alejando de Tárbena para adentrarse en la zona conocida como Sa Montanya. Micalet cada vez estaba más irritado pues ya eran varios los conejos que se le habian escapado por su falta de puntería. Quedándose en silencio y escondiendose detrás de unos arbustos pensó que la próxima oportunidad no fallaría. Tras un buen rato en un momento de la noche, escuchó un ruido que salía de entre unos arbustos situados a unos cien metros de donde estaba escondido y no se lo pensó dos veces. Micalet Monjo tuvo la misma suerte que los disparos anteriores, pues el conejo no sufrió ningún daño.
La sorpresa de Micalet fue mayúscula al ver en ese momento alzarse al conejo. El conejo se puso a hablar de forma amenazadora diciéndole: ¡Micalet Monjo, yo tengo dientes, dientes!" , recordandole el día que era. El pobre hombre volvió cavizbajo hacia el pueblo, olvidandose por esa noche de conseguir ninguna presa.
Vista de Tárbena |
No hay comentarios:
Publicar un comentario